El rodaje de la película comenzó en Mayo del
2007, en la pequeña ciudad de Rodanthe y su rivera, una costa de unas 200 millas
con una barrera paralela de islas en el estado de Carolina del Norte. El lugar -
conocido como el Cementerio del Atlántico- frecuentemente soporta la furia del
mar en sus playas, y es una región abatida por terribles huracanes, uno de los
lugares donde hay más hundimientos de barcos en el mundo.
-"Las historias de los libros de Nick Sparks
siempre suceden en Carolina del Norte, y Rodanthe es un lugar aislado y muy
específico de esa costa"- explica Di Novi, y confirma que si bien el lugar
presentó sus desafíos para filmar allí, valió la pena - "No cabe duda que el
lugar es mágico, y no podía ser duplicado en ningún otro lugar. No es un lugar
que se vea frecuentemente en las películas. Es único en América, y muy poca
gente lo conoce".
Cuando buscaban lugares para el rodaje, Wolfe
quedó particularmente impresionado por lo bien que esa parte de la costa -
conocida como Outer Banks - era adecuada para su historia dramática y romántica.
-"El paisaje le saca a uno el aliento, tan hermoso es, y a la vez es vulnerable
ya que está bastante expuesto. Es un pedazo de tierra angosto, rodeado de agua
por los dos lados. Allí uno puede sentir la furia del mar y del cielo. Para mí,
claramente, la fuerza de la naturaleza y el clima eran elementos cruciales para
que suceda esta historia de amor entre estas dos personas".
El guionista John Romano explica cómo Nicholas
Sparks respeta la tradición de los cuentistas de relacionar estas poderosas
fuerzas exteriores con los personajes, sus estados emocionales y el drama en sus
vidas. -"El huracán ruge afuera, y los obliga a quedarse dentro de la casa. Pero
dentro de la casa hay otra tormenta, entre ellos dos, que hace eco a la tormenta
de afuera. Ambas turbulencias, afuera y adentro, fluyen juntas. La intención de
George era poder ver esto en la pantalla de la manera misma que él lo imaginaba,
en el diálogo, en la manera en que lo filmó y en la interpretación de los
actores y su tremenda capacidad para comunicar en silencio".
Es cierto que la naturaleza y las
circunstancias hicieron que Paul y Adrienne terminaran juntos, y también es
cierto que esas mismas fuerzas casi hicieron volar al equipo de filmación.
Ahora, Wolfe recuerda riendo: -"A veces
comenzábamos a filmar y el océano nos decía: "pues no será hoy, porque hoy me
voy a llevar una parte del escenario". Y eso pasaba. No había manera de poder
filmar a una u otra hora que fuera mejor. Era un proceso fascinante,
especialmente para mí que viví en Nueva York por mil años. Para mí ir allí, y
trabar una relación con la naturaleza, para poder hacer mi trabajo, fue una
experiencia única".
Pese a haber planeado las cosas cuidadosamente
para evitar la estación de las tormentas, el segundo día de filmación el equipo
se vio lidiando con vientos del noreste que soplaban a 55 millas por hora, y con
lluvia. Era la tormenta más tempranera del área, de los últimos 30 años. Y con
ella subió la marea, al nivel más alto registrado en los últimos 10 años.