SINOPSIS Jeanne Vaubernier, una mujer de clase trabajadora decidida a ascender en la escala social, utiliza sus encantos para escapar de su condición de pobreza.
Dolores Barreiro y Matias Camisani en Revista Ohlala! Febrero/2011: Revista Ohlala! Argentina
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En esta edición Dolores Barreiro y Matías Camisani abren las puertas de su casa y cuentan cómo es su relación. Llevan más de catorce años de matrimonio y tienen tres hijos.
Comparten una filosfía común y también las diferencias: ella dice que lo ama para siempre, y él, que renueva el compromiso días a día. La pareja asegura: "Nuestra relación se volvió más amorosa".
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DOLORES & MATÍAS
Llevan más de catorce años de matrimonio y tienen tres hijos. Comparten una filosofía común y también las diferencias: Ella dice que lo ama para siempre y él que renueva el compromiso día a día.
Entrar en la casa de Dolores Barreiro (35) y Matías Camisani (40) es como cruzar la frontera sin pasaporte. Es que ahí dentro se respira aire de otro hemisferio. Toda (pero ¡TODA!) la decoración es de impronta asiática: guirnaldas de flores, Budas y elefantitos por doquier, banderines con plegarias tibetanas o mantras en cada rincón, faroles de papel, paraguas chinos que penden del techo, almohadones bordados a mano. En la cocina hay una repisa con libros de recetas típicas orientales, y de las paredes cuelgan fotos de sus viajes (él fue diez veces a la India; ella, ocho, y el mayor de sus hijos
-con 9 años- ya visitó tres veces ese destino). Suena música tranquila y se huele incienso. En perfecta sintonía con el espíritu del atiborrado ambiente, en el vestidor de la modelo no hay muchas más prendas que túnicas estampadas y vestidos hindúes. Eso sí, en cantidad, de muy variados modelos, y la etiqueta es la misma siempre: Holi, la firma que Dolores fundó hace menos de un año y que ya tiene desde ropa hasta calzado y accesorios de, ¡claro!, estilo hindú. Ellos, lejos de parecer saturados por la redundancia,
se mueven con visible empatía en esta porción de mundo que empezaron a crear en Maschwitz hace ya catorce años y que hoy comparten con sus tres hijos: Valentino, Salvador y Milo (de 9, 6 y 4 años).
Después de un mes inusual en el que trazaron puentes entre Punta del Este, Córdoba y Mar del Plata por trabajo, durante febrero se toman vacaciones. Es la primera vez que van a hacer un viaje así, de turismo, los cinco juntos: México y Guatemala. "Qué vamos a necesitar con los chicos y cómo vamos a divertirlos es un ítem clave en los preparativos... Yo quiero llevar todo y él no quiere llevar nada -se queja entre risas ella, y agrega-: La idea es hacer un poco de playa, que es divina, y después toda la parte de las ruinas mayas, las pirámides. Vamos a agarrar un auto y recorrer tranquilos, parando donde queramos."
Ustedes viajan solos también, ¿no es cierto?
Matías Camisani: Nosotros viajamos en todos los formatos: solos, juntos y por separado, con niños, con alguno de los niños...
Dolores Barreiro: Sí, la vez pasada me fui con Valen a esquiar cinco días, nosotros dos solos. Fue un buen plan, una divinura total.
Entrenada para atender a tres hijos, uno solo te debe haber resultado muy fácil...
DB: ¡¡¡Sííí!!!, la verdad es que sí, pero no está bueno ser hijo único.
MC: Ni está bueno tener un solo hijo. Es una experiencia aparte el empatar las personalidades de ellos, ver cómo cada uno tiene sus cositas personales, que son bien diferentes. La vivencia de que a uno le gusta el dulce de leche y el otro lo detesta.
DB: Como la canción de Serrat que dice: "A menudo, los hijos se nos parecen, y así nos dan nuestra primera satisfacción": imaginate que si hubiéramos tenido a Milo solo, que es igual que él, ¡me muero!
¿Cuál de los dos es el que más pone los límites con los chicos?
DB: Yo, en cantidad. El, en calidad. Estoy todo el día mandoneando, medesgasto, pego unos buenos gritos y no me dan bola. Pero cuando Matías les dice algo, se acabó, no hay más tu tía.
En esta casa se percibe un ambiente muy armonioso y se los ve como muy hippies: ¿las rispideces se dirimen con diálogo y en voz baja como parece?
DB: Hace catorce años que estamos casados, más los de novios, así que imaginate que, efectivamente, tenemos buen diálogo y hay armonía. Si no, no se sostiene. Jamás discutimos mal o gritando. No es necesario, porque él deja de hablarme y listo, se acabó el problema.
MC: Y ella es de perdonar enseguida.
¿Cómo es el balance de tantos años de matrimonio?
DB: Vamos muy bien, nos encanta estar juntos y compartimos todo.
MC: El hecho de tener hijos, de estar disfrutando de la experiencia de tenerlos, consolida más las cosas.
DB: Hemos transitado los primeros años, que son los más difíciles, ¿no? Fue un caos, pero ahora es muchísimo más fácil.
MC: Además, tenemos mucho sostén familiar alrededor nuestro, eso nos ayuda un montón.
DB: ¡Y está Esther!, que desde hace diez años trabaja en casa, viene sólo durante el día y un par de noches, que se queda a dormir.
MC: Tratamos de salir solos, aunque sea a comer acá enfrente y volver. Y después usamos mucho los viajes para conectarnos entre nosotros. Ella me acompaña, yo la acompaño, y ahí nos relajamos bastante. Es importante, porque hay momentos en que es necesario; el diálogo, forzosamente, se corta con los chicos...
DB: Hay algo de lo que recién me acordaba; en un clic, muy importante, cuando los chicos son chiquitos: el más chiquito empezó a ir al jardín y de repente teníamos la mañana para estar solos, había silencio, no lo podíamos creer, ¿te acordás?
MC: Sí, de repente tenías cinco horas para... ¡estar! Ahí nos dimos cuenta de que hacía siete años que no teníamos ese espacio en casa.
¿Y ya está? ¿O hay planes de volver a empezar con pañales?
DB: El quiere la nena.
¿Y vos?
DB: A mí no me interesa, con los tres varones estoy chocha, soy la única nena de la casa.
MC: Si vos no querés, no la buscamos...
DB: Pero si vos, amor, querés, yo te la doy (risas).
MC: Fuera de broma, tres es un montón. La experiencia es divina y nunca te vas a arrepentir si llegan más, pero ya está bien.
¿Hay celos en esta pareja?
MC: No, la verdad es que para el nivel de exposición que tenemos...
DB: ¡Sí que hay! Yo soy re celosa, lo que pasa es que también hay mucha confianza. Yo estoy segura de él, pero celosa soy; si viene una y se le tira encima, la quiero ahorcar.
¿Y vos, Matías? Si la ves en una foto recontra sexy, ¿te da cosa que esa imagen no sea sólo para vos?
MC: No, no, está todo bien. Además, me encanta estar casado con una mujer hermosa.
¿Tienen alguna formación religiosa?
MC: Yo fui a una escuela católica.
DB: Y yo a la Juventud Católica, iba a misa todos los domingos, y nos casamos por iglesia.
MC: La espiritualidad va más allá de eso.
Se inclinan por el autocultivo y tienen una huerta; vi que juntan pilas, separan la basura y, al momento de vaciar la Pelopincho que usamos en la producción, Dolores pidió que no desperdiciáramos el agua, que regáramos las plantas...
MC: Es que estamos comprometidos con la ecología porque consideramos que si el cambio no se da a nivel individual, no existe ninguna posibilidad de cambio. Nos gustaría tener un lugar adonde tirar la basura orgánica y tener paneles solares en el techo, algún día lo vamos a lograr. Nos interesa ser partícipes del cambio, queremos preservar lo que tenemos y hacer que el entorno sea lo más lindo posible. Es una actitud hacia la vida; necesito ser coherente y confirmar lo que digo haciéndolo.
DB: Y enseñarles a los chicos que lo importante es cuidar el medio, no ensuciar, no gastar al pepe.
MC: En el caso de mi vegetarianismo, es una cuestión filosófica: creo en el karma y en que, cuanto menos daño uno haga, mejor el mundo lo trata.
¿Y cómo los viene tratando el mundo?
MC: Muy bien...
DB: Se ve que estamos haciendo bien los deberes, no tenemos de qué quejarnos
CORRADO, GABRIEL
"Estoy agradecido de no quedarme en la comodidad de hacer una novela clásica"
Tras el exitoso villano que interpretó en Malparida, se anima a la conducción en El Referí. A los 50 años reflexiona sobre el matrimonio y las distintas maneras de crecer.
P: ¿Sos de mirarte en la tele?
R: Sí, porque soy un laburante: miro lo que hago para mejorar las cosas. Y trato de no ser despiadado porque no sirve.
P: ¿Cómo surgió la idea de conducir El referí?
R: Me encantó el proyecto. Hice un casting y a la gente de Endemol y Telefe les gustó, y el toque mágico fue que a (Jerry) Seinfeld (creador de la versión original), según lo que me contaron, también. Había hecho conducción en España y nunca tuve temores. Acá me daba cosa salir del rol del actor, no ser aceptado… Estoy agradecido de no quedarme en la comodidad de hacer una novela clásica. Hace tiempo que me siento "expresado" con "esto recién empieza".
P: Cumpliste 50, ¿eso te hizo pensar así?
R: Uno puede crecer en diferentes sentidos. Me parece que una buena manera de crecer es sabiendo que uno tiene que aprender todo el tiempo de los pares y de la gente más grande. Cuando era chico, aprendía de mi hermano mayor y de los amigos. Ahora estoy en una edad en la que también miro a los mayores.
P: De chico, ¿eras medio payaso?
R: Sí, era de llamar la atención, de actuar en los actos. De no creerme lindo, pero la verdad es que no me fue mal con las mujeres…
P: ¿Qué es lo mejor de la televisión?
R: No sé, yo desde muy chico quería esto. Un día, viendo una novela con mi madre, le dije que quería estar ahí.
P: ¿Y qué dijo?
R: No me llevó de la mano a la fila de un casting.
P: Con los años, ¿tus padres te apoyaron?
R: Me gustó romper el paradigma clásico en una familia en la que, si bien no había artistas, había creativos.
P: ¿Qué les transmitís a tus hijos?
R: Amor, que es algo indescifrable. Igual que mis padres a mí, yo también se lo transmito a ellos. Por eso digo que a veces sobran las palabras. Hay que saber ponerse a la altura del otro. Está bueno el rol de superhéroe, pero a veces está bien mostrar que uno también es vulnerable.